19/2/10

Sin sospechosos


11:30 h. PM (tras almorzar). Sala de interrogatorios nº 3 de la comisaría central.

—¡Habla!

—No diré nada, ni aunque me torturen con tenazas al rojo vivo..., o con descargas eléctricas en los genitales..., o con porras de cuero de esas que no dejan marcas y que tienen ese tacto tan agradable..., ni aunque me azoten con látigos de siete colas..., ni aunque me introduzcan por el rec...

—¿Pero qué dice hombre?, aquí no torturamos a nadie.

—No me engañe, conozco sus métodos, y le aseguro que no me sacarán ni una palabra con simples interrogatorios a base de puños americanos.

El sargento Bornay miró al teniente Sallier.

—¿Qué hacemos teniente?

—Bah —resopló Sallier—, si lo tiene tan claro..., que se vaya.

—Ya lo has oído, puedes largarte.

—¿Cómo..., así sin más?

—Sí, lárgate, quedas libre.

—Pero no me van a abofetear ni nada.

—¡Que no coño, que te vayas de aquí!

—¿Pero ni siquiera me van a dar una mísera paliza?

—Para qué, sería perder el tiempo.

—Hombre, a lo mejor para usted sí, pero a mí ya me vale...

—Pero es que no ha oído al teniente, puede irse a casa.

—Ya, pero, por los menos unos puñetazos en el mentón sí debería llevarme..., como mínimo, ya que estoy aquí sería tonto irme sin más.

—Haga el favor de salir de aquí ya, hombre.
—Mire, yo pago mis impuestos y creo que merezco un trato digno.

—Oiga, yo también pago impuestos —al sargento Bornay le retenían un 25% de su sueldo bruto— y ya me está usted calentando las pelotas, haga el favor de marcharse de aquí.

—No me iré si no recibo como mínimo unos cuantos golpes de porra en la planta de los pies.

—¡Que se vaya ya, hostias! —gritó desde el fondo del despacho el teniente Sallier.

—Mire, haremos una cosa, si me pegan una buena somanta palos confesaré todos los crímenes.

—¿De qué crímenes habla?

—De los que sea, pero maltráteme, por lo que más quiera.

—¡Gutiérrez, Palau! —llamó el sargento a dos agentes que había en la puerta—, saquen a este hombre de la comisaría.

—Vale, de acuerdo, pero que me rompan un brazo para sacarme, por favor...

—¡A la mierda ya, tío plasta! —maldijo el sargento mientras los agentes se llevaban al sospechoso.

—Joder que tío más pesado —dijo de nuevo el sargento de cara a su superior—; con el trabajo que tenemos y siempre hay alguien que viene a tocarte las pelotas.

—Y que lo diga sargento, ése era un auténtico tocapelotas. Daban ganas de darle dos hostias.

—En fin, teniente, que seguimos sin tener nada. Otro sospechoso menos de la lista.

—Sí —dijo abatido el teniente apoyando las manos en la mesa—, a este paso jamás daremos con el asesino masoquista.

2 comentarios:

Basseta dijo...

Y aquí cuando se fornica????

Anónimo dijo...

Pero qué bueno eres! Un muy buen diálogo; muy fluido y sobre todo muy cachondo. Continúa sorprendiéndonos asín....