3/3/08

Asesino en serio


Aquella mañana de mayo recogí el correo –como hacía habitualmente todas las mañanas de mayo–, y de entre las facturas y citaciones judiciales asomó una carta de color sepia –sin remite–, a nombre de Antonio Cabanillas, que llamó mi atención. En primer lugar porque yo me llamo Sebastián Sepulveda, y en segundo lugar porque yo no me llamo Antonio Cabanillas.
La abrí con un cortaplumas, que casualmente llevaba ubicado en la oreja derecha, y saqué de su interior una nota escrita a mano, en una perfecta caligrafía gótica, que simplemente decía:
«Ha llegado tu hora, Antoñito, prepárate a morir», y un poco más abajo:
«Firmado: Tu primo que no te olvida, Adolfo.
P.D. Te voy a cortar el cuello, so mamón».
Un escalofrio recorrió mi cuerpo. Pobre hombre, iban a cepillárselo y él ni siquiera lo sabía. Pero quien sería ese tal Antonio Cabanillas. Busqué en el listín telefónico de la provincia de Zamora, que era el único que tenía a mano, y encontré 896 Cabanillas A. Los llamé a todos, uno por uno: uno, advirtiéndoles de lo que les venía encima, en caso de que tuvieran un primo que se llamara Adolfo. Mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que los 896 tenían un primo con ese nombre, y todos coincidían en decir de él que, como mínimo, era un psicópata congénito con instintos asesinos.
Tras avisar a las presuntas víctimas, pensé que había evitado lo peor. Pero no fue así. La noticia que se repetía al día siguiente en todos los periódicos y noticiarios era la misma:
«Ayer por la noche fueron asesinados 896 hombres en Zamora, que no se sabe si por capricho de la providencia, o por capricho del asesino, tenían todos el mismo nombre, Antonio Cabanillas...»
No podía salir de mi asombro cuando alguien llamó a la puerta. Salí como pude de mi asombro y fui a abrir.
–Buenas, traigo una carta certificada para Sebastián Sepulveda –dijo el cartero–. Si es tan amable de firmar aquí.
Firmé allí, recogí la carta, sin remite, y la abrí. Una escueta nota escrita en letra románica decía:
«Ha llegado tu hora, chivato, prepárate a morir.
Firmado: El primo de Antonio Cabanillas que no te olvida, Adolfo.»

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oye, me encanta esta historia. Muy divertida; es genial. Me encanta tu forma de escribir, me río mucho contigo; Ánimo y sigue publicando nuevas historietas en el periódico y en tu blog.