2/10/08

Ponga un César Romero en su vida


César Romero siempre iba bien vestido. Para cualquier ocasión. Qué hombre, por Dios; qué porte, qué estilo. Y no el César Romero que yo conozco. Taciturno y andrajoso, sin más estilo que el de un hombre sin estilo. Siempre moviéndose entre el lamento y la vergüenza ajena. Ahí está todo el día. Tumbado subre su sombra, sin mover más músculo que aquel que necesitare por imperativo vital. En ocasiones, cuando el tiempo se lo permite, sale arrastrando a su perrillo por sendas peligrosas, es decir, por los alrededores de su casa. Calles bien trazadas y alquitranadas, transitadas casi siempre por personas normales; pero que, para él, son sendas peligrosas, pues están fuera de su búnker personal.
Éste es el César Romero que tenemos aquí, mientras que, en Hollywood, descansa aquél otro, el del porte caballeroso, el de la escuela de Cary Grant, Yors Cluni, Milikito, y tantos otros prohombres de estilo y elegante ser.
Pero bueno, al fin y al cabo, es un César Romero, y todo el mundo debería tener un César Romero en su vida. Como mínimo.

No hay comentarios: