19/2/09

El lamento de Queit


Queit se lamentaba por no haber podido mantener su promesa. La promesa que un día le hiciera a Roberto, su marido, de no engordar más de la cuenta. Pero lo había hecho y se sentía mal consigo misma. Roberto jamás le dijo nada. No hacía falta. Se notaba sin decir nada. No había nada que decir. Punto. Pero Queit se sentía mal, la mujer. Sentía que había perdido una parte importante de su ser interno. Se sentía gorda, fofa y, por ende, poco atractiva. Aunque Roberto no le dijera nada, ella se sabía rechazada. Se torturaba pensando en cuando la dejaría su marido por otra más joven, más guapa, más delgada; cada vez se torturaba más. Roberto no le dijo nunca nada. No hacía falta, ya le tenía echado el ojo a una más joven, más guapa y mucho más delgada que Queit.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero bueno, qué historia más triste y más real, vamos! Cuántos Robertos hay por el mundo!

Emma-Nue-Elle dijo...

Anda yaaaa!

Y que me dices de los que se echan barrigones a base de cervecitas alabando que "eso es felicidad" mientras sus Maris sueñan humedeciendo con los yogurines de la tele?? Eiñ??

Que mundo más injusto.

;-*

Anónimo dijo...

Incluso con barriga, hay treintañeras que se vuelven locas por algunos de cuarenta....

Emma-Nue-Elle dijo...

Di que si! jajajajajaja!