1/4/11

Gómez, Forlán y Bonillo, abogados


Gómez, Forlán y Bonillo, abogados. Despacho de Emilio Gómez. Por la tarde, pero no muy tarde. En el despacho están presentes el propio Emilio Gómez, sentado tras su mesa de trabajo y con una pistola en la mano, Elsa Forlán, su mujer y socia en el bufete, y Alberto Bonilla, su otro socio.
Elsa, decía Emilio siempre con la pistola en la mano, quiero hacerte algunas preguntas sobre nuestra relación.
¿Me hará falta un abogado?, preguntó Elsa con burla en la mirada.
No, si no tienes nada que ocultar.
¿Y por qué tendría que ocultar algo?
No lo sé, dímelo tú.
No, mejor dímelo tú que has sacado el tema.
Está bien, yo te lo diré: porque quizá no quieras que yo me entere de alguna cosa.
¿Y por qué me habría de importar a mí eso?
Pues porque... eres mi mujer.
¿Y...?
Y las mujeres, a veces, ocultáis cosas a los maridos.
¡Protesto!, dijo de repente Alberto, eso es circunstancial.
Y una mierda circunstancial, eso ha sido así toda la vida de Dios.
Y viceversa, terció Elsa, los maridos también ocultan cosas a sus mujeres.
Y viceversa, por supuesto, asintió Emilio.
Y bien, ¿cuál es la pregunta que querías hacerme?
Pues eso, que si me ocultas algo.
Hombre, si te ocultara algo no te lo iba a decir así como así.
Pero no es más cierto, que antes has dicho que no tenías nada que ocultar.
¡Protesto!, saltó de nuevo Alberto Bonilla, ella no ha dicho eso, ha dicho que “por qué tendría que ocultar algo”, que no es lo mismo.
De acuerdo, entonces hablemos sinceramente de lo nuestro.
De acuerdo, no tengo nada que ocultar.
¡Protesto!, dijo de nuevo Alberto.
Calla Alberto, no seas pesado, le dijo Elsa.
Muy bien, siguió Emilio, en ese caso, avancemos con lo nuestro
Bien, como quieras, avancemos pues.
Hasta dónde estarías dispuesta a llegar.
Hasta el final, como ya he dicho, no tengo nada que ocultar.
¿Seguro?
Seguro.
Bien, empecemos entonces.
Empecemos.
¿A qué hora llegaste anoche a casa?
Pues, serían más o menos las dos de la madrugada.
Más o menos; ¿no puedes concretar?
Exactamente eran las dos y doce minutos.
¿Estás segura?
Sí, porque recuerdo que miré el móvil cuando llegué para ver qué hora era.
¿Y que hora era?
Las tres y cuarto, más o menos.
¿No puedes concretar?
Sí, las cuatro y diez.
¿Estabas sola?
No.
¿Y puedo saber con quién estabas?
Con Vicente.
¡Protesto!, gritó Vicente, sin que nadie le hiciera caso.
Cuando dices Vicente te refieres al aquí presente Vicente Bonillo, socio de este, nuestro bufete.
El mismo.
¿Le invitaste a entrar?
Sí.
¿Y él aceptó?
De inmediato.
¿Y puedo saber a que más le invitaste?
Pues le invité a un gin tonic…
¿Y nada más?
También le invité a que subiera al dormitorio.
¿A dormir?
No…, bueno, no inmediatamente.
¡Protesto!, no hay nada malo en dormir, argumentó Alberto.
¿Hubo sexo?, preguntó Emilio sin andarse con más rodeos.
Y del bueno, te lo aseguro, le constestó Elsa.
¿Tienes alguna prueba de ello?
Sí, aún tengo las marcas de sus dedos en mis nalgas.
En ese caso presentaré tus nalgas como prueba.
¡Protesto!, esas nalgas son circunstanciales, dijo Alberto; y están muy bien contorneadas, por cierto.
Elsa, dijo Emilio, podrías decirme en pocas palabras cuál es tu relación con Vicente Bonilla.
Somos socios en el mismo bufete, como tú ya sabes, y aparte de eso somos amigos.
También es amigo mío y no me acuesto con él.
Vicente y yo somos más que amigos, somos amantes.
¡Protesto!, intervino Vicente, somos más amigos que amantes...
¿Hace mucho tiempo que sois amantes?
Pues... antes de hacernos amigos ya éramos amantes, así que hará por lo menos cinco años.
Bueno, dijo Emilio con calma, pues con las nuevas pruebas aportadas, creo que podemos dar por zanjado este caso.
Completamente zanjado, dijo Elsa levántandose de su silla.
Da gusto ver lo correcta y educamente que se resuelven las cosas entre abogados, dijo Alberto levántandose también de su silla.
Bueno, dijo de nuevo Emilio apuntando con la pistola a sus socios, pues no se hable más...
¡Bang, bang,... bang!
Seis de la tarde. Gómez, Forlán y Bonillo, exabogados.

5 comentarios:

Basseta dijo...

Si únicamente había tres personas en el despacho, abogados. Si suenan 3 tiros de pistola y se convierten en 3 ex-abogados, ...¿quien levantó acta de la vista celebrada?

Mister X dijo...

Eso no es más que un tecnicismo. Lo importante de la historia son sus personajes. La descarnada realidad de unas psiques atormentadas por la desesperación y la vacuidad. El devenir hacia un proyecto inútil, inconexo con la realidad que les rodea y difícilmente aprovechable para paños de cocina.
El drama, eso es lo que importa, el drama y no los tecnicismos.

Anónimo dijo...

Siempre tan genial en los diálogos.

Basseta dijo...

Tu eres el escritor. Yo soy el técnico. Cada uno va a lo suyo, je, je. Bueno, se podría buscar una explicación: ¿una grabadora oculta colocada por el cornudo Emilio? ¿O por su socio? ¿O por la mujer?

Marino dijo...

Adictivo