Sabía que con aquel gesto destrozaría el hábitat de caza de mucha gente, pero no pude reprimirme. Activé el detonador con el mando a distancia, y todo -incluido yo- voló por los aires. La onda expansiva me elevó por encima de los edificios circundantes hasta ir a caer sobre el tejado del Hotel Ritz, donde yo sabía que jamás podría hospedarme a causa de su política de precios.
3 comentarios:
Un buen final, que se entere en tontolaba de Escorzese.
Y esto? Qué es? un pequeño regalito?
Quien te iba a decir que morirías estrellado?
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